“La cultura del trajín diario ha normalizado el hecho de presionar a nuestro cuerpo hasta el borde de la destrucción”, escribió en el libro “Proclamamos con orgullo que nos presentamos al trabajo o a un evento a pesar de una lesión, una enfermedad o un descanso mental. Se nos elogia y recompensa por ignorar la necesidad de nuestro cuerpo de descansar, cuidarse y repararse”.

El Ministerio de la Siesta no es un movimiento religioso, dijo, sino un antídoto espiritual para los problemas terrenales que asolan a las comunidades: el agotamiento, las enfermedades crónicas y las crisis de salud mental, cuestiones que, según ella, surgen de los sistemas del capitalismo y el supremacismo blanco.

De hecho, el concepto de descansar lo suficiente para gozar de buena salud no es nuevo, y es bien sabido que las personas negras operan bajo un peligroso déficit de sueño en Estados Unidos. En una encuesta realizada en 2020 sobre hábitos de comportamiento, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades descubrieron que casi el 44 por ciento de los adultos negros declararon tener una duración de sueño corta (definida como menos de 7 horas por noche), en comparación con el 31 por ciento de los adultos blancos. La falta de descanso está relacionada con enfermedades como las cardiopatías, la diabetes y la hipertensión arterial, enfermedades que afectan de forma desproporcionada a los negros.

Aunque Hersey es licenciada en salud pública y divinidad, es una artista de corazón. Su pasión por la escritura y la actuación floreció mientras crecía en la zona de South Side de Chicago, y llegó a estudiar teatro, escritura y guiñol, y a dar clases de poesía en el sistema escolar público de la ciudad. Además, aborda la noción de descanso colectivo como una forma de arte escénica que incorpora en sus mensajes elementos de la teología de la liberación negra, el afrofuturismo y la poesía.

“Sí, se trata de siestas en el sentido literal, pero también de trabajo imaginativo y de justicia”, aseveró. “Se trata de la educación: tenemos que entender lo que nos hacen los sistemas, para poder resistir de una manera que nos resulte fructífera”.

Con la organización de eventos colectivos de siesta y ensoñación por todo el país, Hersey ha invitado a desconocidos a tumbarse unos junto a otros sobre almohadas y tapetes de yoga y dejar que sus tensiones se disipen en lo que puede parecer una savasana prolongada, mientras los guía con cálidas exhortaciones sobre su derecho divino al descanso. Los actos pueden ir acompañados de un baño de sonido, una lista de reproducción seleccionada o el suave rasgueo de un arpista en vivo.

Es inevitable que alguien se despierte llorando y explique cuán intensa es la sensación de darse permiso para descansar, dijo.

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